Doler no duele. La sensación que se suele notar es la equivalente a un hormigueo, un pequeño pinchazo o un pellizco. Sin embargo, la intensidad depende de cada persona y su umbral de dolor. No es necesario, bajo ningún concepto, una crema anestésica.

El láser diodo es definitivo pero debemos tener en cuenta que el cuerpo está generando pelo constantemente. Las sesiones de repaso hacen que ese vello residual desaparezca.

Las sesiones dependen de las zonas que se hacen en cabina. Se puede estar desde 10 - 40 minutos.

Depende de la zona que queramos tratar, por ejemplo, en un facial es cada cuatro semanas y en el resto del cuerpo cada seis. Hay que tener en cuenta que conforme se van haciendo sesiones el tiempo entre y otra puede ampliarse, todo depende de la cantidad y calidad del vello.

Por supuesto, siempre y cuando la piel no haya sufrido quemadura del sol. Se recomienda no tomar el sol dos días antes y dos días después de cada cita.

La diferencia está en el tipo de luz que utiliza cada método. En el láser diodo es mucho más precisa y por lo tanto más difícil que se produzcan daños. La fotodepilación bombardea la zona de luz dispersa y es más peligrosa ya que puede causar quemaduras e irritaciones.

Se empiezan a ver resultados desde la primera sesión pero debemos tener en cuenta que el tratamiento requiere como mínimo seis sesiones. La rapidez y eficacia depende de muchos factores como el tipo de pelo, piel y la zona que queramos tratar.